El Señor Muchapasta poseía un hermoso chalet en el pueblo, con un huerto vallado.
Eran una familia que tenían muchas pelas, y por eso eran muy fachas y bordes. Poseían un huerto enorme y precioso, con peras y melocotones… pero a nadie le amarga un dulce, y los chavales se les metían todas las noches.
Al final se lo habían comido todo, y el Señor Muchapasta ya estaba muy harto. Una noche decidieron esperar en el huerto a que los chavales saltaran la valla, y fueron a por ellos.
Cogieron a uno de los chavales, el Juani. Le calentaron los mofletes (es ilegal) y le retuvieron en la casa (es ilegal también)
Retuvieron al Juani, y dijeron que vinieran sus padres a recogerlo, para lo cual mandaron a una persona a avisar a la casa del niño.
El Señor Muchapasta ya alucinaba en colores: el Juani era hijo de una familia de inmigrantes del Sur, que vivía en los bloques al lado de San Miguel… A esos, nos los hemos traído aquí para que sean nuestros Colonos, para que vengan, precisamente, a defender nuestros intereses… No para que, encima, se me coman todas mis peras…
Fueron a casa del Juani, y se lo contaron a su madre. La señora se fue para la Casa Muchapasta, rebotada y resuelta. La Familia Muchapasta, se esperaba que la señora acudiese allí… apurada, humildica y mansa, pero ¡qué Hostias!
–Buenas noches… ¿está mi hijo aquí?, pues venga ya, que me lo llevo para casa.
Tan tranquila, que ni le iba a pegar a su hijo, ni le iba a castigar.
-Pero, señora, que no se entera usted… ¡¡¡ SU HIJO, ES UN DELINCUENTE !!! ¡¡¡ UN DELINCUENTEEE !!!
-¡Qué Hostiaaas! ¡¡¡ MENUDO BELÉN QUE SE HAN MONTAO USTEDES, POR UNA PERA !!!