
Franqueo de punta a punta, vacías,
las arterias de un pueblo sin anhelos
que agoniza de silencio entre caminos.
Brama el río al abandono
de miradas que contemplen su belleza,
confinado a un augurio perentorio
de caducas ruinas que su contorno asedian.
Invocan sus inviernos una nieve que engalane
heredades que no se sienten valoradas.
Y tras mis pasos se advierte la agonía
de unos muros que hoy nada aguardan.
Duerme en un reposo que tarde añora
despertarse con amaneceres de algarabía,
habitando más corazones su camposanto
que los que tornarán para devolverle la vida.
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